Continuando Dante en su recorrido por el cielo del sol aparece una segunda corona de almas, entre las cuales se encuentra a San Buenaventura que hace el elogio de Santo Domingo en su sabiduría. Dante observo dos guirnaldas compuestos por 15 almas de sabios que forman otro giro de danza, y cantan un himno triunfal dado a las tres personas en una naturaleza divina
De entre ellas sale el alma de Santo Tomás, y esta disipa la duda de Dante acerca de la sabiduría de Salomón, en relación con la de Adán y con la humana sabiduría de Cristo. Además habla de la importancia de realizar distinciones y no dar una opinión precipitadamente
Y Beatriz pide que le explique a Dante acerca del esplendor de los elevados y cómo será después de la resurrección de los cuerpos. Entonces Dante escucha de una luz muy resplandeciente una voz muy modesta, como lo es la verdadera sabiduría sin duda era la voz de Salomón. Este responde que, recuperado el cuerpo, nuestra persona será más grata a Dios, porque estará completa y debido a ello aumentará la luz de gloria, la santa visión crecerá el amor. Después de ello Beatriz aprecio ante Dante tan bella y sonriente por el ambiente
Dante asciende al quinto cielo del planeta Marte. Las almas que han combatido por la fe, se forma una cruz de luces muy vivas y allí resplandecía Cristo las almas cantaban canticos de alabanza muy agradables al oído humano. Entre ello, desciende al pie una brillante estrella a hablar con Dante. Es su tatarabuelo Cacciaguida, quien no se descubre a su descendiente. Dante le solicita que se manifieste con su nombre, y aquella alma le habla de la Florencia pacífica, justa, abstinente de su época, siguió al Emperador Conrado y de este fue hecho caballero, para luego emprender la Cruzada y morir en Tierra Santa para llegar a la paz del cielo
El poeta se agasaja de la nobleza de su familia e interroga a Cacciaguida de sus recuerdos personales y de la ciudadanía antigua de Florencia. Su tatarabuelo le habla de sus antecesores, del orden y belleza de la Florencia antigua, las desgracias provocadas por la llegada de nuevas gentes y la confusión que genera la mezcolanza de estas, la desaparición de las familias antiguas, en decadencia o pervertidas. Dante que en su viaje por el Infierno y el Purgatorio oyó graves palabras acerca de su futuro, pide a Cacciaguida que se las aclare sin rodeos. De esta manera se entera de su futuro exilio de Florencia y esto lo entristece, la pobreza y los sufrimientos que padecerá, pero también del honor y favor de Can el Grande, señor de Verona.
Dante se pregunta si debe callar o publicar lo que vivió en el viaje por el infierno y el purgatorio, pero Cacciaguida lo exhorta a revelar, sin engaño, lo que ha visto y que nada de ello le avergüence. Dante es consolado por Beatriz con voz amorosa de la cual, irradia la paz divina en su hermoso rostro. Cacciaguida nombra a Dante las almas que combatieron por la verdad, y ellas se presentan exaltando su luz y dando vueltas de alegría.
Dante y Beatriz ascienden al sexto cielo que es el de Júpiter, donde están los príncipes sabios y justos. Al llegar los espíritus de luz describían letras conformando la frase: "Amad la justicia los que juzgáis la Tierra”. Luego otras luces descienden y luego forman un águila de luz imperial muy brillante. El águila empieza a hablar como si fuese una sola persona, exponiendo los límites del conocimiento humano incapaz de comprender la justicia divina, de penetrarla profundamente Dante pregunta cómo pueden, en justicia, ser condenados los que no conocieron la revelación cristiana, ni tuvieron fe. El águila le contesta que la razón no es suficiente para comprender la justicia divina y sus misterios. También le dice que al reino de los cielos no ha subido jamás quien no crea en Cristo, ni antes ni después de su crucifixión, y que muchos que claman a él, estarán menos próximos a él en el día del juicio que algunos que no lo conocen condenados por los que no lo conocen. Se recrea sobre los reyes cristianos que, en su conducta, mostraron no conocer a Cristo y se dejaron llevar por la avaricia y la lujuria. El águila que relumbra como sol, calla. Y Más adelante, vuelve a recomenzar explicando y nombrando las almas, que brillan en sus ojos y en sus cejas. Dante se maravilla de encontrar entre ellas a dos, provenientes del paganismo, Trajano emperador y Ripeo. El águila responde que el primero fue salvado por las oraciones del Papa Gregorio, y el segundo que sus virtudes teologales le valieron como bautismo. Y termina diciendo que la razón humana no puede comprender la razón de la predestinación.
Después Dante y Beatriz ascienden al séptimo cielo, el cual es el de Saturno, donde están las almas contemplativas. Aparece una escalera de oro por la cual descienden los bienaventurados. Uno de ellos, san Pedro Damián, cuenta su vida y la dulzura de la vida contemplativa, y reprocha el lujo y la vida depravada de los prelados de entonces. Luego Dante ve descender girando unas almas, las cuales lanzan un grito que lo asusta. Beatriz explica que el grito que oyó es la exclamación de las almas para que se haga justicia. Encuentro con san Benito que le cuenta su vida, los buenos monjes que en Monte Casino hubo, le dice que podrá verlo en el cielo Empíreo, sin el velo de la llama que lo rodea, y deplora la avara vida que llevan sus monjes. Dante sube al octavo cielo de las estrellas fijas y se encuentra dentro de las que conforman la constelación de los Gemelos, signo bajo el que nació, y les ruega fuerzas para el próximo trance. Antes de seguir, Beatriz le pide que mire el mundo de planetas por el que vino subiendo. Dante los recorre y entre ellos observa la Tierra. Y se vuelve a Beatriz.

No hay comentarios:
Publicar un comentario